http://www.quintanarooaldia.com/

Martes 25 de Enero de 2011

 

Fallecece el defensor de los indigenas Monseñor Samuel Ruiz en Chiapas.

 

San Cristóbal de Las Casas— Conocido entre los indígenas como “Jtatic Samuel” que significa en idioma tzotzil, “Padre Samuel”, y cuestionado por algunos mestizos, el obispo emérito Samuel Ruiz García murió ayer dejando una gran huella entre los más de un millón de autóctonos de la diócesis de San Cristóbal de Las Casas que dirigió por más de cuatro decenios.

 

El obispo emérito falleció ayer a causa de una neumonía y otros padecimientos que le afectaban desde hacía tiempo. La noche del domingo, monseñor Ruiz recibió los santos óleos de parte de su amigo Raúl Vera, actual obispo de Saltillo y quien fuera su obispo coadjutor en San Cristóbal.

 

Samuel Ruiz nació en Irapuato, Guanajuato, en 1924. Sus estudios eclesiásticos los hizo en el Seminario Diocesano de León. Se le ordenó sacerdote en 1949 y obispo en 1960. Y respecto a su formación académica en Roma, hizo estudios de teología y Sagrada Escritura en la Universidad Gregoriana y en el Instituto Bíblico.

 

Prácticamente, desde su llegada a la diócesis de San Cristóbal, el 25 de enero de 1960, comenzó a trabajar por los indígenas inspirado en la llamada “opción por los pobres” que en 1965 se concretó con el Concilio Vaticano II impulsado por el Papa Juan XXIII y continuado con la teología a favor de los pobres impulsada por Su Santidad Pablo VI.

 

Nunca perdió el rumbo de sus orígenes. Como 500 años antes Bartolomé de Las Casas, obispo también en Chiapas y fiero defensor de los indígenas en la España de la conquista, a Samuel Ruiz le tocó remar contra corriente, no solo frente a las instituciones políticas sino, sobre todo, ante los acomodados jerarcas del Vaticano. Nunca vieron en Roma con buenos ojos su pasión por la teología de la liberación, ni que mediara entre la guerrilla del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el Gobierno mexicano.

 

Su lucha a favor del desprotegido hizo que se le conociera como “el Fray Bartolomé de Las Casas de nuestros tiempos”, “el Obispo de los Pobres”, pero también como “el obispo rojo”.

 

Pero así como fue querido por los desamparados, también fue cuestionado y hasta despreciado por mestizos que se vieron afectados por la toma de conciencia de los indígenas.

 

Los “auténticos coletos”, un grupo impulsado por el ex presidente municipal de esta ciudad, Jorge Mario Lesciur Talavera, llegaron al colmo de apedrear y lanzar huevos a la casa episcopal el 19 de febrero de 1995.

 

Los finqueros que perdieron sus tierras con las invasiones de los indígenas consumadas en enero de 1994 con el alzamiento zapatista, lo llamaron “comandante Samuel”.

 

Aunque el obispo apoyó los reclamos de la insurrección armada zapatista -salud, alimentación, tierra o justicia- siempre puntualizó que no compartía el uso de las armas para que se hicieran escuchar.

 

Después serviría como mediador en los diálogos de paz. Fue precisamente su decisión de permitir que la Catedral de la Paz, llamada así desde ese entonces, sirviera como escenario de los diálogos entre el EZLN y el Gobierno Federal en febrero de 1994.

 

De hecho, a muchos inconformó ver en los principales diarios nacionales la fotografía en la que se observaba al “altar mayor” de la catedral servir como sede de los diálogos.

 

Sin embargo, predominó el cariño que los indígenas profesaron a “Jtatic”, pues para atender sus necesidades espirituales los tomó en cuenta, pues él siempre pensó que el indígena debería ser autor y no actor de su historia.

 

Así, el obispo nacido en 1924 en Guanajuato e involucrado en la fe católica desde su pubertad, fundó una gran red de catequistas y diáconos permanentes que persiste hasta hoy con el trabajo de su sucesor, Felipe Arizmendi Esquivel.

 

Ruiz García dividió los más de 36 mil kilómetros cuadrados que forman la diócesis en varias zonas para organizar su trabajo y una de las principales está establecida en la comunidad de Bachajón, municipio de Chilón, en la que se atiende a por lo menos 400 mil indígenas tzeltales.

 

Esa gran extensión territorial y la carencia de sacerdotes, lo llevó a tomar dos decisiones importantes. Una fue la de ordenar a diáconos permanentes, que son conocidos como “Tuhuneles” entre los indígenas, y aceptar a sacerdotes extranjeros en la diócesis.

 

Fue esta segunda decisión la que le causó también varios sinsabores, pues a raíz del movimiento armado el Gobierno Federal expulsó del país a por lo menos cinco de esos religiosos argumentando irregularidades en el desempeño de sus funciones como ministros religiosos.

 

El caso más sonado fue el del francés Michael Chantou, quien fue expulsado en 1998 por sus fuertes declaraciones culpando al gobierno de la masacre de Acteal acontecida el 22 de diciembre de 1997.

 

A don Samuel también se le recordará como el presidente de la CONAI, (Comisión Nacional de Intermediación), que logró establecer luego de una huelga de hambre que realizó en la Catedral de la Paz de ésta ciudad para exigir al gobierno federal de Ernesto Zedillo (1994-2000) aceptara su mediación con el EZLN.

 

El ahora fallecido sacerdote y símbolo del indigenismo mexicano en la segunda mitad del siglo 20, fue testigo de varios encuentros del Gobierno Federal con los alzados en San Andrés Larráinzar.

 

Asimismo, fue actor central en la disolución de la CONAI luego de que los zapatistas decidieran ya no dialogar más con el Gobierno Federal.

 

En su lucha por la defensa de los derechos humanos de los indígenas, “Jtatic” fundó varias organizaciones no gubernamentales que a la fecha persisten, como el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas, Servicios por la Paz, Las Abejas de Chenalhó y varias más.

 

Su deceso de registra a unas horas de que se conmemorara un aniversario más de su ordenación episcopal que se realizó en la Catedral de la Paz el 25 de enero de 1959, cuando fue ungido por Monseñor Lucio Torreblanca.

 

Asimismo, a menos de un mes de cumplirse la firma de los acuerdos de San Andrés Larráinzar, el 16 de febrero de 1996, los cuales no se tradujeron a la realidad que las etnias solicitaban.

 

Al cumplir 75 años, el 4 de noviembre de 1999, como lo ordenan los cánones, don Samuel presentó su renuncia como obispo diocesano al Papa Juan Pablo II y solamente se le permitió continuar unos meses más en la curia diocesana para que celebrara sus 40 años de ordenación episcopal con los fieles.

 

En el año 2000, recibió el premio Simón Bolívar de la UNESCO, por su contribución a la paz y al respeto a las minorías étnicas. Al año siguiente y por los mismos motivos, se le otorgó el Premio Internacional de Derechos Humanos de Nuremberg.

 

El 1 de mayo del 2000, Felipe Arizmendi Esquivel lo sucedió y una de sus primeras declaraciones fue “yo no vengo a destruir lo que Don Samuel hizo”.

 

Al terminar su periodo como obispo, Ruiz García se fue a vivir a la ciudad de Querétaro, donde residió los últimos 11 años de su vida, al lado de familiares y amigos. Sin embargo, siempre se mantuvo activo en la promoción y defensa de los derechos humanos. En los últimos meses su salud se agravó; padecía diabetes y tenía problemas cardíacos y respiratorios, lo cual provocó que uno de sus pulmones dejara de funcionar.

 

Trascendió que uno de lo últimos deseos de Samuel Ruiz fue que se le inhumara en la catedral de la Diócesis de San Cristóbal, donde él presidió los llamados “diálogos de paz” entre el gobierno y el EZLN.

 

Heriberto Cruz Vera, apoderado legal de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, señaló que el cuerpo del obispo emérito será trasladado por vía aérea a Chiapas, donde será recibido por un cortejo integrado por los obispos de ese lugar.

 

Ellos lo escoltarán hasta la Catedral de esa ciudad, donde será velado hoy y mañana, mientras que el miércoles 26 de enero será sepultado en uno de los altares laterales.

Fuente/Agencias.

top